martes, 19 de enero de 2010

Diariooooooooo... (La facultad daña… 2)

A Miguel, igualmente agradecido!




Conseguí trabajo. A dos cuadras del departamento de los hermanos “mal sopeados” estaba la panadería en la que trabajaba un amigo del alma. Grandísima persona con la que me gustaba pasar algunos momentos. Esos momentos solían ser domingos y como él se la pasaba solo, yo iba a hacerle compañía. De paso me ilusionaba con la posible factura que jamás llegaría, porque he ahí un defecto desgraciado de una persona demasiado honesta, no largaba una media luna, el muy “vigilante”. Con el tiempo llegamos a ser compañeros de trabajo y la cosa cambió… ¡¡¡desayunábamos lindo!!!.
En una de esas tardes de domingo, entró un pelado que pidió que le calentaran agua en un termo listo de Taragüí que, por cierto, no aguantan el agua caliente y se pidió dos medialunas de las más económicas, pero se las eligió grandes. Yo me encontraba ajeno a todo aquello, miraba un televisor chiquito en el que se veían las carreras de coches que sólo soportan los “fierreros”. El caso es que como yo no soy de esos, sólo miraba para alejarme un segundo de la situación que me dejaba fuera de foco. Este pelado hablaba de un tal Juan que lo había colgado: - “Pero fijáte vos, de nuevo me volvió a colgar… lo peor es que no me avisa, ahora no me puedo ir a casa porque si no tengo que cerrar el puesto”. Ahí estiré la oreja. Era mi oportunidad. Claro que como soy medio tímido no me anime a saltar en el momento. Esperé que se fuera y consulté a Mauri (amigo): -¿Que le paso a éste?. –Lo colgó el pibe que tiene de empleado. Me quedé callado pero pensando, podría ser… Quizá él se dio cuenta porque me dijo: preguntále si no podes trabajarle vos el puesto, al menos los fines de semana que necesita a alguien. Así que eso hice, fui y le pregunté. Se hizo el gerente de Microsoft, me largo algunas preguntas a modo de entrevista. A todo contesté como suponía que me iba a convenir y el puesto ya era mío (en los dos casos).
La jornada en el puesto era desde las 10 hasta las 20 hs. Cobraba por aquellas 10 horas, agarrase de la silla, lo que sigue es funesto, 8 (ocho… Ocho…¡¡¡OCHO!!!) pesos, que sabíamos administrar durante la semana. ¡Pero guarda!, que como el trabajo era sábado y domingo, sumaban 16 y la cosa cambiaba… ¡¡¡Apa!!!. Trabajar en un puesto parece sencillo y, lo es. El verano era agradable. El puesto daba hacia la plaza de mayor renombre de la ciudad de las diagonales, desfilaba gente todo el tiempo. Entonces sentarse al borde del puesto de la mano de un verde bien cebado tenia su gusto. Además, como me gustaba leer, me paseaba por todas las revistas. ¡La que más disfrutaba era, sin duda, la Patoruzú o Patoruzito!. Pero había de todo. En los momentos de frivolidad, en los que no quería pensar agarraba una Paparazzi y miraba siluetas (más elegante imposible!). Por allá me preguntaba como habría salido algún equipo y recurría al Olé. Esto no era muy seguido. Sólo los abría para ver si aparecía algo del maestro “loco” Bielsa. Pasaba por la revista de psicología que como era cada quince días solo me servia un solo día y los demás ya no tenía sentido. Así que lo que más leía eran los diarios, en los que encontraba novedades y con distintas ópticas. Pero bueno, vuelvo. En verano se hacía divertido y el tiempo pasaba rápido. Pero el invierno… Ahh el invierno… Me encintaba la quijada al hueso frontal para evitar que perdiera alguna pieza dentaria en un tiritar violento… Los pies entumecidos del frío irremediablemente se la pasaban húmedos, y digo irremediablemente porque llegue a ponerle dos pares de medias para amainar, pero no había caso. Y si el lector es hábil, dará por sentado que quien paga ocho pesos las diez horas de ninguna manera tiene pensado poner una estufita. Le defino el puesto: una lata grande tipo arco de fútbol, que tenía unas tarimas en las que se colocaban las revistas, que eran sostenidas por una suerte de “tejos” de loza, pesados como amigo borracho. Tenía una puertita sobre el margen derecho de cara al puesto por donde se entraba a un pasillito detrás de las estanterías que se hallaban desde el techo hacia las gradas del puesto, y a su vez tenia una ventanita por donde uno atendía cuando tenia frió o no quería moverse. Sino comúnmente me sentaba en la puerta o me mantenía parado, y de ahí atendía, es decir, en la veredita nomás.
Esos dieciséis pesos iban a parar a una repisa que había en el comedor y estaban a disposición de cualquiera de los cuatro hermanos que lo necesitaran. Claro que solían usarse para parar la olla. Ya les contaré como nos divertíamos con Fede y Api en “Casa Tía” buscando los precios más baratos. Ahh, un detalle en el que caigo ahora…. Ema jamás hizo las compras, ¡¡¡no era lo suyo!!!. La cosa es que los hacíamos rendir lo máximo que pudiéramos. Comprábamos mucha muzzarela ya que mi madre nos mandaba harina en bolsa y con eso amenizábamos las cenas. Los almuerzos seguían consistiendo esencialmente en mate azucarado… Y después si alguien necesitaba fotocopias, se retiraba de lo que se llamaba “fondo común” que, por cierto, era “descomunal”.
Vuelvo al puesto. Una tarde de domingo feo, en el que no andaba un alma en la calle, se me presentó un flaco alto de unos cuarenta y tantos. Me dijo que venia de parte de Miguel (pelado dueño) y que debía darle tres pesos para echarle nafta al auto que se le había quedado a unas cuadras. Fue textual: - Hola flaquito, se me quedo el auto sin nafta acá en la otra cuadra y lo llame a Miguel para que me preste 3 pesos para poder ir a buscar un bidón así le echo un poco. Ahora te los traigo. Me negué rotundamente. Le explique que Miguel me había dicho que plata a nadie, ¡¡¡además profesaba una conducta de roedor que hacía suponer que plata a nadie!!!. El hombre cambiaba su tono de voz al tiempo que yo me negaba, hasta que se me metió en el puesto y me apuro diciéndome que si no se los daba la iba a pasar mal y encima me iban a cagar a pedos. Entonces recapacité y pensé: mi vida no vale 3 pesos (en aquel entonces estaría cotizando 4 con cincuenta, no más que eso). Y se los dí. Y se fue. Yo estaba bastante asustado, esa tarde pensé en todo momento que volvería por toda la plata y eso no me gustaba ni medio… Al llegar al puesto el dueño le expliqué con cara de susto lo que me había pasado, le dije que no me iba a arriesgar a que me diera unos toques por unos pocos pesos, que fue casi como un afano y que había quedado intranquilo. El me oía atentamente, y se compadeció de mí diciendo que estaba bien, que estaba lleno de tipos así en La Plata, me pidió que se lo describiera para saber si realmente lo conocía puesto que sabía su nombre, entonces me dijo que no me preocupara que son cosas que pasan. Luego me pagó 5 pesos y me fui…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me acuerdo la anecdota del tipo de los perfumes, haciendoles las entrevista, un tipo que se hacia el que maneja una empresa como Microsoft haciendo el interesante, y apenas si vendia esas aguas aromatizadas, jajaja.
Presiento que se viene el final, ... y sé que voy a extrañar esto.

Besotes Naty

Anónimo dijo...

Peri: Acompañando el comentario que otrora hizo la hermosa madre de mi hija, me veo en la obligacion de narrarle al lector, que por error se mete a leer los comentarios, la anecdota de aquella entrevista laboral con el muchacho de los perfumes.
Casi textual relato del Peri: Me cita frente a plaza Italia, a un dpto al que se accede por escalera. En la puerta eramos 3 o 4 los que esperabamos la entrevista. Nos hace pasar un gordito y nos deja en lo que seria el hall del dpto y nos dice que esperemos. Dicho hall estaba rodeado por 3 o 4 puertas una de las cuales habia sido la que se fagocitó al gordo cuando nos dijo que esperaramos. Al rato sale el mismo gordo por otra puerta y nos dice que en cualqauier momento arranca la entrevista con el jefe y se vuelve a ir. Minutos despues vuelve el mismo gordo, vestido de traje por otra puerta distinta a fin de realizar el la ansiada entrevista. Lo que se llama una verdadera empresa unipersonal no???
Luego de una lamentable entrevista con llena de formularios, nos deja ir y nos dice que cualquier cosa les avisa.
Creo que no habia logrado volver Fabi a casa que suena el telefono y del otro lado se escucha.....FELICITACIONES!!!! Fuiste seleccionado para trabajar en nuestra empresa. Poco serio mi querido empresario.
A decir verdad, estoy seguro que el hombre de las mil puertas, tambien se habia molestado en llamar por telefono.
Gracias Peri, recuerdos realmente inborrables.
Te adoro man!!!
Besos y cuidate......API.

Anónimo dijo...

mas alla de que disfruto cada entrega y me las copio al cel, este ultimo capitulo se me metio de lleno en el pecho... se que todo comienzo tiene un final, pero me niego a creer que este tan pronto... no podes hacerme sufrir tanto forro!! jajaja, espero con muchas ganas el proximo... sera realmente el ultimo??
abrazo, pablito

Anónimo dijo...

Real es, y refiero a su retòrica relativa a rumbos y tomates (que bien me hubiera venido que fueran "rabanitos"), que uno tambièn se enamora en cierto modo de sus cuñadas.
No serà ella la excepciòn.
Que no sea.

Ing. Vergatiesa

Anónimo dijo...

Querido Fabian, lo que se promete es deuda, y para ir saliendo del Veraz, dejo caer aqui mi comentario. No era mi intencion principal hacer publico mi agrado hacia sus escritos, pero insistió en que le deje un pequeño recordatorio aquí..
Antes que nada recordarle que me enorgullece ser, de cierto modo, uno de sus tantos logros, ya que llegué aqui de pura casualidad, y me engatuzé leyendolo.. Y como veo que a tantos otros les pasa, nos agarra cierta nostalgia al saber que tan solo falta una entrega..
Ahora volcandome a su poesía, y como ya le he dicho en privado, me resultó muy divertida, incluso sin tener el gusto de conocerlo, tuve la sensación de tenerlo sentado por aqui (con mates de por medio) narrandome sus aventuras. Imaginese la importancia que tiene generar la risa en los lectores, es el mismisimo punto màximo de placer, asi como si generara el llanto..
Como la ya lo hemos conversado, confío que en el futuro escribirá seguramente grandes obras, quizas no autobiográficas.. pero algo se le ocurrirá!
Espero ansiosa ese momento en el que Austen, Neruda, Benedetti, y porque no García Márquez, sean empañados por un tal Donato!!
Sin mas para decirle publicamente me despido, hasta un (ojalá) próximo encuentro..
Mis sinceros cariños.. Salomé